miércoles, 4 de marzo de 2009

La diferencia entre, Allí, Allá y Allioli

La lectura perjudica seriamente la salud (tanto física como psíquica). Sí , sí amigos lectores, en el tiempo que ustedes tarden en leer este escrito estarán perdiendo entre dos o tres días de sus queridas vidas (habrán apreciado que dos y tres "los números" los he escrito en letras, para joder un poco más la marrana, porque he descubierto que los números no son perjudiciales), por eso aviso antes de explicarles el por qué, que no me haré responsable de esta pérdida de tiempo en sus relojes biológicos y les recomiendo (si es que el anunciado les ha acojonado y no van a leer nunca nada más) que dejen la lectura en este mismo PUNTO.

El lector masoca que esté continuando, espero que sea para saciar su intelecto y así poder explicar a sus allegados oralmente, (la lectura o interpretación oral de este escrito "tratado teórico", no es perjudicial para la salud del oyente a no ser que el lector o intérprete contenga alguna especie de virus maligno contagiable por el aire, en ese caso será mejor que mantenga la boca cerrada), será un honor explicarle como he llegado a la teoría de "la lectura perjudica seriamente la salud", pero advertido está.

¿Por qué no somos inmortales?. Esta fue la pregunta por la que empecé a indagar (y también porque Al Gore decía que estábamos en medio del famoso cambio climático prediciendo un aumento de la temperatura global del planeta, aunque este invierno he pasado mas frío que en los últimos 33 años "la edad de Cristo"), y llegué a la conclusión de que había algo más que tanto CO2, lluvia ácida, pesticidas, radiaciones de ondas cortas, largas, radioctividad, y un sinfín de, de llamémosle "X factores" (no me refiero a los cosméticos, aunque entran dentro del mismo saco), para impedir la inmortalidad humana. Tenía que encontrar algo, llamémosle"NOSÉ", algo cotidiano que hiciéramos sin darnos cuenta de que lo estábamos haciendo, como respirar, pero que en algún momento este "NOSÉ" se nos hiciera visible y dijéramos, -Qué molesto es este "NOSÉ" creo que me perjudica la salud.-, es como cuando respiramos el olor putrefacto de un cuesco de alguien que ha comido un estofado de alubias con col, y somos concientes de que hemos olido el fétido perfume porque estábamos respirando inconscientemente. Pues un día este "NOSÉ" se me hizo presente así sin más, cuándo me quedé mirando un letrero de un quiosco del cual el quiosquero se había ausentado no se sabe bien bien por qué y cómo información había dejado el siguiente mensaje "NO ESTOY ALLÍ, ESTOY ALLÁ". Joder, es lo primero que se me vino a la cabeza (pero no joder de follar, sino joder de como te has lucido), y todo seguido empecé a darle vueltas (a la cabeza, se entiende que al quiosco no podía) al significado del mensaje del quiosquero, ¿qué coño me quiere decir este tío? "no estoy allí, estoy allá""no estoy allí, estoy allá" mentalmente me hacía un dibujo esquemático del porqué, del dónde era allí y dónde era allá, de dónde estaba el puto quiosquero, a dónde tenía que ir (allá) y a dónde no tenía que ir (allí) a buscarlo para que me abriera el kiosco y así poder comprar la reedición sin censuras del Penthouse del septiembre 1984 en cuyas páginas centrales sale Tracy Lords. Al no tener medios propios para resolver el enigma, decidí ir a casa para poder consultar con mi amigo "Internet" y cual fue mi sorpresa que no llegué ni a cruzar la calle y empecé a sentir un mareo y unos sudores fríos, se me nubló la vista y ya no recuerdo nada más.

Me desperté en la cama de un hospital. Cuando entró el Doctor para comprobar mi estado, me explicó que había sufrido un chock intelecto-cerebral debido a algo que mi cabeza no pudo asimilar. Me dijo que era algo así como cuando se queda colgado un ordenador, debido a una situación en que nuestro cerebro no puede asimilar lo que está pasando. Cuando le expliqué que mi cabeza no pudo asimilar el letrero de "no estoy allí, estoy allá" que había puesto el quiosquero, se me quedó mirando con cara de incredulidad,- no me creyó que hubiese tenido un chock tan fuerte solo por esta fracesita-. Mientras esto me decía caí en la cuenta que no me estaba produciendo ningún efecto el decirlo y aquí empecé el experimento, le pedí al Doctor un bolígrafo y un papel, en este escribí la susodicha frase "no estoy allí, estoy allá" y se la enseñé al doctor que no tardó más de dos minutos en ponerse blanco, empezar a sudar y caer en redondo al suelo abriéndose la ceja derecha. El experimento continuó con las dos enfermeras que entraron a llevarse al Doctor, y que al volver para preguntarme qué le había pasado al facultativo, no me lo pensé dos veces y les enseñé la fantástica frase del quiosquero y esperé la reacción. Esta vez tardaron unos cinco minutos en caer redondas, una en la cama y la otra en el suelo. A la del suelo, al caer, se le levantó la faldilla enseñando unas bragas blancas de encaje; era una chica con clase (un día os explicaré esta otra fantástica teoría que descubrí cuando tenia veinte años). Esto me excitó y aprovechando que tenía la otra encima de mí en la cama, metí la mano por debajo de la camisola, comprobando que no llevaba sujetador y que tenía un piercing en el pezón derecho, que me bajó la libido de repente haciéndome retirar la mano al instante (otro día ya os explicaré mis aventuras con los piercings y la tirria que les tengo). Se me pasó las ganas de abusar de las enfermeras, me levanté de la cama y me fui del hospital dejando a las enfermeras en la habitación. Algo tenia enganchado en el dedo.

De camino a casa encontré que el quiosquero ya había llegado y el quiosco ya estaba abierto y recordé que todo el embrollo empezó cuando fui a buscar la reedición del Penthouse de Septiembre de 1984, que aún no tenia en mi poder. Entré en el quiosco para comprar la revista y me encontré al quiosquero más chulo que un ocho que me salió con esa frase que deben de aprender cuando se hacen cargo de un quiosco: "el último ejemplar se lo acaban de llevar". Cogí un cabreo y a punto estuve de prender fuego al quiosco cuando, a la defensiva, me espetó que por qué no había ido antes, a lo que le respondí que sí que había ido, pero que no estaba "Allí" sino que estaba "Allá" y que como no sabía dónde era ni "Allí" ni "Allá" no había podido ir en su búsqueda (no le comenté la cuestión del shock y a resultas el desmayo, que me produjo el letrero, por miedo al cachondeo), él quiosquero sacó el letrero de debajo del mostrador y señalándome la frase "NO ESTOY ALLÍ, ESTOY ALLÁ" me explico que "Allí" era la abreviación de la Libreria, que era la tienda de su mujer, y que "Allá" era la abreviación de la Lavandería que era de su hija, y que todo el barrio conocía estos abreviativos que le servían para no tener que hacer letreros excesivamente largos y de fácil lectura y como para retarme me saco otro letrero en el que ponía "ESTOY EN ALLIOLI" y me preguntó qué creia que quería decir esta nueva frase. El sudor frío que empecé a tener y la pérdida de enfoque que tuve del quiosquero predijeron que no tardaría en caer redondo (nunca he entendido porque no se puede caer cuadrado) y solo tuve tiempo a decirle -"CABRONAZOOOOO"- al quiosquero y ya no recuerdo nada más.

Me desperté otra vez en una cama del hospital, pero esta vez tenía apretando mi muñeca izquierda una pulsera. Al intentar levantarme de la cama me di cuenta que eran unas esposas. ¡qué coño hacia yo esposado en una cama de hospital! La incógnita no tardo en resolverse al ver entrar en el cuarto al Doctor, con una tirita en la ceja derecha, con las dos infermeras (la de las bragas blancas de encaje y la del piercing, que llevaba como un relleno extraño en el pecho derecho) seguidas de dos policías y un juez. Los policías preguntaron si era yo, a lo que los tres (el Doctor y las dos enfermeras) repondieron que sí. El juez me leyó que se me acusaba de agredir a un facultativo del Hospital y de intento de violación de dos infermeras del centro. Les grité que todo era mentira, como es natural (ahora que lo pienso era todo mentira, el doctor se cayó solo y de las dos enfermeras solo le toqué una teta a la del piercing y me dio asco). La enfermera del piercing empezó a llorar mientras señalaba mi mano derecha y fue cuando uno de los dos policías se acercó y me sacó del dedo anular una especie de arete que resultó ser el piercing de la enfermera, que se había quedado de anillo en la retirada fugaz de mi mano al notar el piercing. Mientras intentaba asimilar lo ocurrido, la enfermera del piercing se sacó el pecho derecho, que tenía vendado con un puntito rojo, en donde se intuía que estaba el pezón (o debería estar), y llorando me señaló diciendo aberraciones que no voy a escribir, ni describir.

El juez comentó que tenía las pruebas suficientes para mandarme a un psiquiátrico donde, si no pasaba las pruebas, me quedaría encerrado un buen tiempo (no especificó ni qué tipo de pruebas eran, ni de cuánto tiempo se trataba) y ordenó a los dos policías que me sacaran las esposas y me llevaran a la consulta del psiquiatra del hospital. Las pruebas no las pasé (y eso que eran más fáciles de lo que yo pensaba, algún día describiré el psicotécnico que tuve que pasar porque aún no entiendo porqué suspendí o me suspendieron. Creo que el psiquiatra que me hizo el control "psicotécnico" tenía algun rollete con la enfermera del piercing (o la despezonada, que es como creo que le llaman ahora), al no pasar las pruebas me cayeron cinco años de internamiento psiquiátrico.

Ahora llevo ya tres años preso en este psiquiátrico del cual me perdonaran un año de los cinco que tengo que cumplir si les escribo un "tratado teórico" del tema que yo quiera y como no, he elegido el de "la lectura perjudica seriamente la salud", y propongo que al igual que las cajetillas de tabaco advierten de lo perjudicial que estos son para nuestra salud (se entiende los cigarrillos no la cajetillas), en los libros, sean del género que sean, tendrían que advertir también de este deteriodo en nuestra salud (eso sí, pido derechos de autor), y como he empezado mal acabo correctamente.

La lectura perjudica seriamente la salud (tanto física como psíquica), ya que perdera dos o tres meses de su apreciable vida y cuatro años de libertad.

Ah! se me olvidaba, al segundo año de estar encerrado aquí, vino a visitarme el quiosquero (se ve que le dio pena saber que me encerraron por sus letreros) y me descifró el enigma del segundo cartel "ESTOY EN ALLIOLI". Me recordó que si "Allí" era la Libreria de su mujer y "Allá" la Lavanderia de su hija, sencillamente "Allioli" era que no estava ni "Allí" ni "Allá", o sea, que no estaba ni en la Libreria ni en la Lavanderia. Podeis imaginar la reacción que tuve... le reventé la nariz con mi frente y me descojoné viéndole gritar mientras se desangraba. No tardó en venir un bata blanca que me inyectó noséqué que me dejó soñando con el "Allioli" una semana entera.








P.D. Por fin conseguí la reedición del Penthouse del Septiembre de 1984 sin censuras, pero esto es otra historia que otro dia escribiré.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ets un grillaaaattt!!

Gran iluminatis dijo...

Querido Anónimo, Identifíquese "ipso facto", o atiéndase a las consecuencias

Gran iluminatis dijo...

Querido Anónimo, Identifíquese "ipso facto", o atiéndase a las consecuencias

Anónimo dijo...

Querido Gran Iluminatis, como usted entenderá, yo no tengo que identificarme ni ipso facto ni post facto ni ná de ná